Estás a un libro de ser recordado
Quedamos en el Starbucks de la calle Princesa. No parecía el mejor lugar para hablar de un libro.
Fuimos directos hacia la barra. Mario tomó la iniciativa:
—Ponme un café americano y un rollo de canela con glaseado, por favor.
—Que sean dos —comenté.
—Te he pedido que vengas porque leí tus libros y me engancharon desde el primer párrafo. Eres un cabrón, muy del estilo a Isra Bravo. Eso me gusta.
—¿Quién es Isra Bravo? —pregunté.
—¿No lo conoces? Un tipo que vende muchos libros de marketing, cursos caros y cosas así.
—No tengo el gusto —respondí.
—Bueno, al grano. Necesito publicar un libro para reforzar mi marca personal, es algo que llevo tiempo intentando hacer. Tengo ideas y he escrito algún capítulo suelto. No sé, a veces pienso que debería escribirlo yo mismo.
Una gota de sudor asomó por mi frente:
¿Por qué me hizo viajar hasta Madrid si tenía tantas dudas?
Le hice tres preguntas:
—Mario, ¿cuánto tiempo llevas intentando escribir el libro? ¿Te gusta lo que has escrito? ¿Crees que es lo suficientemente bueno?
Bajó la mirada.
Lo que le expliqué, tuvo el mismo efecto que un Trankimazin:
—Los ghostwriters estamos detrás del 70% de libros de no ficción. Escribimos la mayoría de bestsellers que ves en Amazon y en las grandes editoriales. Aunque esos libros no son nuestros, sino del que los imagina. Como una casa no es del arquitecto, sino de la familia que vive en ella.
—¿Por qué tanta gente contrata ghostwriters en vez de escribir el libro ellos mismos? —preguntó Mario.
—Tiene todo el sentido. Imagina que te invitan al Festival de Cine de Venecia, ¿diseñarías tu propio traje?
—Ni de coña —respondió.
—Pues con el libro es aún peor. Se trata de tu carta de presentación. Una carta de 200 páginas que seguirá viva durante generaciones. Que gritará o susurrará. Hará lo que tú quieras que haga. Dirá más de ti que si cruzas la alfombra roja de Venecia en pañales.
Mario relajó el gesto.
—Entiendo, ¿y te encargarás de todo? Desconozco cómo funciona este rollo y tampoco quiero perder el tiempo.
A Mario le expliqué el funcionamiento del negocio editorial en una frase:
—Las editoriales pueden hacer todo por ti, incluyendo la parte de contratar a un escritor fantasma profesional, pero se quedarán el 90% del pastel.
—¿El 90%? —respondió.
—Así es, y te pagarán un año después del lanzamiento del libro.
—¡Es un robo! —exclamó.
—La otra opción es que tú y yo lo hagamos juntos. De esa forma el libro se venderá en Amazon y cobrarás las regalías mes a mes. Te quedarás el 70% de las ventas. El plan es simple:
Yo me encargaré de todo, solo necesito que hagas tres cosas:
Antes de terminar aquel intenso encuentro le conté lo que me enseñó mi abuelo.
—Quiero empezar ya. ¿Cuánto tardarás? —dijo Mario.
—Tres meses.
—Envíame la factura del adelanto y empieza hoy mismo.
Allí me quedé, en el Starbucks de Princesa, anotando las primeras ideas mientras Mario salió del local para asistir a una reunión de negocios.
El libro que había soñado cobró forma. Y se vendió. Se vendió mucho.
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Soy escritor fantasma. O ghostwriter. O negro literario. Me puedes llamar como quieras. Te ofrezco lo mismo que a él: crear tu libro desde cero. Los detalles los tienes en este enlace: servicio de ghostwriting para libros.
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PD: Son tres pasos: imaginarlo, escribirlo y venderlo.
PD2: Aquí debajo explico la técnica de ventas que aplicamos en el libro de Mario y que le sirvió para amortizar mi servicio en 25 días.