Trabajo en la sombra para que en la luz pasen cosas.
Freelance. Discreto. Alma libre.
Quedamos en el Starbucks de la calle Princesa. No parecía el mejor lugar para hablar de un libro que pondría patas arriba a todo un sector, pero Mario insistió.
Fuimos directos hacia la barra. Mario saludó a la camarera y tomó la iniciativa:
"Ponme un café americano y un rollo de canela con glaseado, por favor".
"Que sean dos", respondí.
Aquello tenía buena pinta. Lo que pedimos, lo que me iba a contar y el rincón del Starbucks.
"¿Sabes? Te he elegido porque me gusta cómo escribes y porque transmites buen rollo".
El piropo me sentó bien. Lo que dijo después, no tanto:
"Pero eso de escribir haciéndote pasar por otro es feo. Lo veo poco ético. Lo siento, sé que eres escritor fantasma profesional y que vives de esto".
Mi cara se tiñó de blanco:
"Necesito publicar un libro, es algo que llevo tiempo queriendo hacer, aunque a veces pienso que debería escribirlo yo mismo. No sé, Álvaro".
Una gota de sudor asomó por mi frente:
¿Por qué me hizo viajar hasta Madrid si tenía tantas dudas?
¿Por qué se esfumó toda la seguridad que me transmitió al entrar en el Starbucks?
¿Por qué?
Ahora me arrepiento. Fui brusco. Le hice estas tres preguntas:
"Mario, ¿cuánto tiempo llevas intentando terminar el libro? ¿Te gusta lo que has escrito? ¿Crees que es lo suficientemente bueno?".
Bajó la mirada. No hicieron falta más palabras. Respeté su silencio y lo comprendí todo:
Silencio.
Silencio incómodo.
Lo que le expliqué a continuación tuvo el mismo efecto que un Trankimazin en vena:
Los escritores fantasma estamos detrás de 7 de cada 10 libros de no ficción.
Pero el libro no es nuestro, es de quien lo imagina. Como una casa no es del arquitecto, sino de quien vive en ella.
"¿7 de cada 10? ¿Por qué tanta gente contrata ghostwriters en vez de escribir el libro ellos mismos?", preguntó Mario.
Eso es muy simple.
Imagina que te invitan al Festival de Cine de Venecia, ¿diseñarías tu propio traje?
"Ni de coña", respondió.
Con el libro es aún peor.
Es tu carta de presentación. Una carta de 200 páginas que seguirá viva durante generaciones. Que gritará o susurrará. Hará lo que tú quieras que haga. Dirá más de ti que si cruzas la alfombra roja de Venecia envuelto en un saco de patatas.
Esa es la razón por la que la gente inteligente elige ghostwriters profesionales para escribir sus libros.
Porque tú eres muy bueno comunicando (Mario es un conocido influencer), pero no es lo mismo comunicar delante de un micrófono que ponerse frente a una hoja en blanco.
Un escritor fantasma debería hacerlo mejor.
Tú y yo lo haremos mejor.
"Entiendo, ¿y te encargarás de todo? ¿De todo, todo? Porque yo no sé nada de cómo funciona este rollo y tampoco quiero perder el tiempo".
De nuevo, asomaron las dudas en el joven Mario.
Esta vez fui más delicado. A Mario le expliqué cómo funciona el negocio editorial. Se lo resumí en esta frase:
Las editoriales pueden hacer todo por ti, pero se quedarán el 90% del pastel.
"¿El 90%?", respondió.
Así es, y te pagarán un año después del lanzamiento del libro.
"No me lo puedo creer", insistió Mario.
La otra opción es que tú y yo lo hagamos juntos. De esa forma cobrarás las regalías mes a mes y te quedarás el 70% del pastel. El plan es simple:
Yo me encargaré de todo, sólo necesito que hagas tres cosas:
¿Aceptas?
Antes de terminar aquel intenso encuentro le conté todo lo que me enseñó mi abuelo.
Todo.
"Quiero empezar ya. ¿Cuánto tardarás? Estoy impaciente", dijo Mario.
Tres meses. Ni uno más. Tres meses.
"Hazlo", esa fue su última palabra.
Allí me quedé, en el Starbucks de Princesa, anotando ideas mientras Mario salía del local para asistir a otra reunión de negocios.
El Mario seguro de sí mismo había vuelto. Con él, todo fue más fácil.
El libro que había soñado cobró forma. Y se vendió. Se vendió mucho.
¿Quieres hacerte un Mario?
Te ofrezco lo mismo: redacción fantasma de tu libro con todo incluido y cinco garantías.
Los detalles los tienes en este enlace: servicio de ghostwrtiing para libros.
Si quieres saltarte los preliminares e ir directo al grano, pincha aquí:
PD: Son tres pasos: imaginarlo, escribirlo y venderlo. Tú harás lo primero, yo me encargaré del resto.
PD2: Aquí debajo explico las técnicas de ventas que aplicamos en el libro de Mario y que le sirvió para amortizar mi servicio en sólo 25 días.