Aprendí la importancia de tener una newsletter activa y bien trabajada gracias a Google.
No busqué nada, fue más doloroso que eso.
Tengo una web con quince años de antigüedad. En 2023 era un referente para Google. Un año después, desapareció del buscador. Fue así, literal. Pasó de ser la número 1 del sector a una completa desconocida.
De 3.000 visitas diarias a 135.
¿Grité? ¿Lloré? ¿Cerré?
Nada de eso.
Pensé, aprendí y actué.
Aunque también tuve un golpe de suerte.
En la web había una cajita de suscripción. Todas las semanas los lectores dejaban su email. Yo no enviaba ningún correo ni sabía exactamente cuánta gente había suscrita.
De vez en cuando me llegaba un email de Mailchimp:
"Su lista ha llegado al máximo de 2.000 suscriptores, únase al plan premium".
¿Cómo me voy a unir si no gano un duro con esto? Eso pensaba.
Hice lo que haría alguien que no ganaba dinero: abrir una nueva cuenta gratuita en Mailchip para que la gente siguiera suscribiéndose.
Bendita decisión.
Cuando la web desapareció de Google tuve que pensar estrategias. Toqué fondo. Hice recuento de emails:
7.543 suscriptores.
El plan era simple: tenía que llevar a esa gente a la web para financiar el proyecto. Sólo había una forma de conseguirlo:
Escribiendo emails.
Decidí enviar uno a la semana con tres componentes:
Un poco de humor por aquí, un poco de valor por allá y un enlace para que compraran o visitaran la web.
A la gente le encantó. Raro era el email que no obtuviera un puñado de respuestas con piropos. Y lo más importante: haciendo eso conseguí un 315% más de facturación que cuando dependía de Google.
Más dinero con menos esfuerzo.
Después, empecé a trabajar las newsletters de clientes.
Los conocía de redactar artículos SEO. Google había hundido sus ingresos, exactamente igual que había hecho conmigo. Así que les propuse escribir emails para su newsletters. Aceptaron.
Ellos también tuvieron la visión, o el golpe de suerte, de tener miles de correos almacenados.
Eso es oro.
Oro.
Después sólo necesitas tiempo.
Tiempo para escribir buenos emails para la newsletter.
Consiste en mover la audiencia. En despertarla poco a poco con un poco de gracia. En dirigirla hacia donde tú quieras que vayan.
Si te falla el tiempo, no sabes qué historias contar o desconoces la estrategia.
PD: El dinero está en la newsletters. En los emails que envíes. Ahí.
PD2: Mi servicio de redacción de emails para newsletters es simple. Estudiaré a tu audiencia y le daré exactamente lo que necesita. Así es como mejor se monetizan las comunidades.